Patrimonio Mundial y hogar del Cristo Negro
Por Octavio Cogley
ocogley@gmail.com
EL CRISTO NEGRO
Turismo Religioso
Cada año el 21 de octubre, miles de feligreses visitan la población del caribe panameño Portobelo, para rendir veneración al Cristo Negro, el Santo Patrono de esta joya colonial que guarda una gran riqueza histórica en una pequeña extensión territorial. La imagen del Cristo llegó a Portobelo el 21 de octubre de 1658, pero las historias sobre su llegada son diversas.
El turismo religioso es una de las alternativas que ofrece Panamá y Portobelo lo combina excelentemente con la arquitectura colonial y la riqueza ecológica que rodea el área, declarada Parque Nacional con una extensión de 35 mil
DECLARADO PATRIMONIO MUNDIAL POR LA UNESCO
Es una pequeña población declarada también Patrimonio Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO), localizada frente a una bella bahía, que impresionó a Cristobal Colón en su cuarto viaje. El gran navegante, conquistador del nuevo mundo impactado por su belleza, bautizó el puerto natural con el nombre de Portobelo, en 1502. La población en sí, fue fundada por D. Francisco Valverde y Mercado el 20 de mayo de 1597, bajo el nombre de San Felipe de Portobelo. En la época colonial Portobelo fue el gran bazar de Las Américas, donde se celebraban las famosas ferias, donde convergían los comerciantes de las colonias españolas de América y de Europa. Las riquezas que traían los españoles de suramérica, específicamente del Perú llegaban a Portobelo tras atravesar el istmo de Panamá por el Camino de Cruces y el Río Chagres.
ENTRE FUERTES Y CAÑONES
Hoy el visitante llega a Portobelo y puede ubicarse en ese ambiente colonial, porque esta población mantiene sus rasgos arquitectónicos que le dieron origen y de esas vetustas edificaciones pueden contemplarse los cañones de la época. El Fuerte de San Fernando, La Trinchera , El Fuerte de Santiago y el Castillo de San Felipe del Morro se conservan desafiando el tiempo. Atrás quedaron los piratas y corsarios que atacaron Portobelo.
Henry Morgan como parte de esa historia de saqueos, y los restos del famoso Sir Francis Drake, cuyas osamentas, fueron puestas en una caja de hierro y lanzadas a las profundidades del mar, para que ni siquiera su espíritu pudiera escapar, son parte de esa riqueza cultural. Ahí, cerca de donde fue arrojado el famoso filibustero, se yergue en la magnificencia del paisaje de este rincón del Caribe Panameño, el Peñón de Drake.
La aduana es uno de los sitios de obligada visita en Portobelo. Hoy alberga un moderno museo, que cuenta la historia de lo que en la colonia fue. Modernos equipos audiovisuales presentan historias que ilustran al visitante. Se pueden observar artículos que han sido encontrados en el área y réplicas de la época que muestran al turista una variedad de objetos que se utilizaban en las actividades de la aduana, que fue construida entre 1630 y 1634. Este edificio que luce restaurado sirvió como almacén, oficina fiscal, depósito de las cajas reales y residencia del gobernador y de los oficiales de la corona española.
EL MUSEO DEL CRISTO NEGRO
En la iglesia San Juan de Dios, cuya construcción data del siglo XVII, está localizado el museo del Cristo Negro. Allí se exhiben algunos vestidos del Cristo confeccionados entre los siglos XVII y XVIII. Es un lugar que no se puede dejar de visitar cuando se está en Portobelo. Los vestidos que se pueden observar, engalanaron en algún momento al Cristo Negro y entre ellos se encuentran algunos donados por devotos del Santo, pero también se pueden contemplar los que le dejaron, el famoso sonero puertorriqueño, Ismael Rivera (qepd) y los destacados campeones mundiales panameños, Ismael laguna y Roberto Durán.
LOS PORTOBELEÑOS, EXCELENTES ANFITRIONES
En fin, una combinación de historia, de ecología y de religiosidad, convierten a Portobelo en un destino obligado, ya sea para contemplar la figura del milagroso Cristo Negro o para relacionarse con esa historia que convive cinco siglos después, con gente que al ritmo de sus bailes congos, siempre saben ser excelentes anfitriones: Los Portobeleños.
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